Oxford 7, un futuro no tan lejano

Oxford 7La novela de ciencia ficción de Pablo Tusset Oxford 7 (2011) pinta un mundo de posguerra atómica dirigido por el capitalismo, un mundo en el que la humanidad ha conquistado otros planetas y ha instalado en ellos empresas como bancos o servicios de vigilancia. También se han creado planetas universitarios financiados por compañías como Red Bull, Coca-Cola o Apple. En este futuro hipotético, un grupo de estudiantes revolucionarios intenta derrocar al poder dirigente de Oxford 7.

Este argumento es el marco que Pablo Tusset creó para desarrollar temas actuales como la omnipresencia del capitalismo, la importancia del arte (sobre todo el arte del siglo XX) y el control que tienen los gobiernos sobre la población. A través de la lucha entre los personajes principales, Tusset propone una reflexión sobre el bien y el mal, y plantea la cuestión de la legitimidad de rebeldía en relación con un sistema futuro no tan lejano del de la España actual.

La novela empieza en 2089 en el planeta universitario Oxford 7. Varios estudiantes se están manifestando contra el poder universitario, que les hace pagar multas cada vez más significativas, y contra las restricciones de la vida cotidiana. Sirhan Palaiopoulos, profesor de Cinematografía Precomputacional, tiene un plan para destruir el dominio de la rectora Emily Deckard. Palaiopoulos va a encargar a tres alumnos de Cinematografía Precomputacional una misión importantísima, ayudados por Rick Blaine, un contrabandista que está en deuda con Palaiopoulos. Para sacar esta misión adelante, sus alumnos tendrán que trasladarse a Earth (que es como se llama entonces el planeta Tierra) y llegar al centro de una apocalíptica Barcelona posterior a la “Toma de la Boquería” para encontrar al criminal más peligroso de la ciudad, Francisco Asís. El profesor piensa que este hombre es el único que puede derrocar a la rectora Deckard.

Esta novela presenta, pues, un mundo regido por el capitalismo. Las grandes empresas lo poseen todo, incluso las universidades. Hay espacios publicitarios en las aulas y se imparten asignaturas como “Historia de la Coca-Cola” o “Historia de Apple”. Todo se debe pagar en el campus, o mejor dicho, hay multas por todo: por el CO2 que los estudiantes expiran cuando se reúnen en grupos, por escuchar música “no computerizada” como el jazz —porque supuestamente afecta al rendimiento académico de los estudiantes—, por encender velas de parafina o por tener un mueble de IKEA (porque contienen hidrocarburos naturales). Estas multas destacan el poder que poseen las autoridades para controlar a la gente, es un sistema de fiscalidad punitiva. Además, los que pueden pagarse buenos seguros médicos pueden disfrutar de una esperanza de vida casi cien años más larga. Así, solo los ricos viven mucho tiempo y son también los únicos que pueden estudiar en una universidad a causa de las multas y del precio que se debe pagar por vivir en Oxford 7.

Ahora bien, el capitalismo no es lo único que se critica en la novela: Tusset describe también una autoridad extrema que intenta controlar la vida de los ciudadanos en el personaje de Deckard, por ejemplo. Éste utiliza todos los procedimientos posibles (incluidos algunos ilegales) para detener las manifestaciones de los estudiantes y los planes de Palaiopoulos. Así, Deckard tiene a sus órdenes un servicio de meteorología capaz de hacer llover sobre el campus o de incrementar el nivel de ozono y de alergénicos, además de un ejercito de antidisturbios, a razón de uno por cada cinco estudiantes.

El derecho a la vida privada no se puede dar por descontado en Oxford 7. Por ejemplo, Deckard tiene acceso a las comunicaciones telefónicas, o puede escuchar lo que se cuenta en cada cohete espacial. Además, cada ciudadano de Oxford 7 tiene un “chip subcutáneo” que sirve para las transacciones financieras, pero que es también una manera que tiene el gobierno de localizar a una persona, y además resulta útil para los seguros médicos porque se pueden diagnosticar a distancia los problemas de salud. Esta preocupación por los seguros médicos parece beneficiosa a primera vista, pero es también un modo de aumentar el precio de los seguros, ya que si alguien decide beber alcohol o comer demasiado tendrá que contratar suplementos en su contrato médico.

En oposición a este control permanente, el arte tiene una gran importancia en la novela de Tusset, y sobre todo lo que llama el arte “precomputacional” o “vigesímico”, en referencia al siglo XX. Palaiopoulos es, como ya se ha dicho, profesor de Cinematografía Precomputacional, pero existen también otras asignaturas como la de Jazz Precomputacional o la de Heavy-Metal. Se destaca que la mayoría de los estudiantes rebeldes que se manifiestan son estudiantes de arte, y se explica porque el arte “vigesímico” vehicula un deseo de libertad y de amplitud de miras. Procede de una época idealizada por los estudiantes en la que todo era posible.

Los tres personajes principales están relacionados con un arte en particular: Palaiopoulos con el cine, Deckard con la música y Francisco con el teatro. El profesor hace muchas referencias al cine y compara su vida a una película: por ejemplo, cuando está a punto de morir intenta recrear mentalmente un resumen de su vida con forma de largometraje… pero llega a la conclusión de que necesitaría recurrir a la tecnología digital. Deckard, por su parte, está relacionada con la música. En ciertos pasajes oye música, cada canción tiene un sentido con una escena y algunas son premonitorias, por ejemplo Pavana para una infanta difunta, Preludio a la siesta de un fauno o High Noon, que se traduce como Solo ante el peligro. Francisco, aunque sea un villano capaz de las peores atrocidades, está relacionado con la ópera: tiene su cuartel general en el ruinoso Teatro del Liceu en La Rambla de Barcelona, se parece mucho al fantasma de la ópera y ello acentúa el carácter dramático de la escena final, como si fuera realmente un actor. Esta relación con la ópera muestra una faceta sensible en su papel de personaje malo, cruel y sádico.

Esta complejidad sicológica se encuentra en cada personaje principal de Pablo Tusset. Su universo no es maniqueo, las personalidades de los protagonistas son complejas y ambivalentes. Así, Rick, contrabandista de profesión, tiene un corazón de oro y en cierto modo es el ángel guardián de los alumnos. Más complicada es la relación entre Palaiopoulos y Deckard: son, al principio de la novela, los dos personajes antagonistas; sus relaciones y sus enfrentamientos verbales son vistos como una partida de ajedrez. Deckard representa la autoridad, como ya hemos destacado, y Palaiopoulos una libertad casi anárquica; desde la instancia narrativa inicial, ella es presentada como “la zorra Deckard” y él como un héroe. A lo largo de la historia, la relación entre los dos se complica y el lector se da cuenta de que la línea que separa el amor del odio es muy delgada. Además, los papeles se invierten y Deckard tiene que arreglar la situación final y salvar a los alumnos del profesor, con lo que adopta súbitamente un papel heroico. También el personaje de Francisco es ambiguo porque al final se muestra que su papel de personaje cruel no es sino una máscara, y deja a los alumnos escapar para que esta faceta no se divulgue.

A través de esta complicada relación entre Palaiopoulos y Deckard, Tusset pone en escena el conflicto entre libertad y autoridad. Palaiopoulos, aunque esté motivado por un deseo de justicia y de emancipación, pone a sus alumnos en una situación peligrosa y termina por darse cuenta de que se ha equivocado. Su imagen a lo largo de la novela se transforma en la de un fanático de la anarquía que, no obstante, hace lo posible por controlar a otras personas. Por su parte, Deckard al final es presentada como una persona que lucha contra el desorden y que exige mera disciplina, quizás de una manera muy radical, pero dirigida al bienestar de sus alumnos.

En conclusión, Pablo Tusset presenta un futuro no tan lejano del presente, dirigido por un capitalismo autoritario, y en el que las apariencias muchas veces engañan. Destaca la necesidad de ir más allá de estas apariencias y de reflexionar siempre con un sentido crítico. Además, esta obra está llena de referencias a la cultura popular y exalta nostálgicamente el arte del siglo XX como una invitación a la reflexión y a llevar una vida más plena.

Charles-Henri Docquier
Février 2014

 

crayongris2Charles-Henri Docquier est étudiant en 1re année de Master en Langues et Littératures Modernes