César Aira, Las noches de Flores

Un autor bien presente en el tejido literario

aira¿Cómo se las apaña Aira para dejar pasar tantas ideas que leemos como suyas en una novela? Para contestar la pregunta, primero, se puede decir que estas teorías, dada su presencia recurrente a lo largo del relato, generan pausas en la narración y constituyen ataques en contra de la verosimilitud. En efecto, si el lector sigue leyendo, ya no lo hace por descubrir lo que pasa luego en la historia sino porque queda cautivado por los planteamientos de la metafísica airiana. Luego, apenas uno empieza el relato, se da cuenta de que hay una autoridad superior al narrador omnisciente. En concreto, el narrador ya ocupa un sitio preponderante a lo largo del libro: habla en yo, asume de manera manifiesta su papel de señalamiento de las articulaciones entre los distintos elementos literarios y opera varios altos en la narración para comentar las teorías de las que acabamos de hablar. No obstante, este narrador demuestra cierta debilidad al intentar dirigir firmemente el relato. De hecho, se contradice mucho y en distintos momentos de la narración, ya no doma los personajes que hacen una intervención (transcrita en estilo directo) – intervención  incongruente en comparación con lo que ha venido contando la voz narrativa – a partir de la cual se fundamenta la continuación de la historia. Para ilustrar esta observación, podemos citar la respuesta que da Aldo a la pregunta de un cliente:

-          Hace un rato se oía un ruido tremendo, ¿no vieron nada?

Tras una breve vacilación, Aldo respondió:

-          Era una procesión de motos en honor de Jonathan.

El hombre puso cara de circunstancias, y balbuceó algo, asintiendo: “Pobre chico… Pobres padres”.

Cuando se quedaron solos y emprendieron el regreso, Rosita felicitó a su marido por la plausible mentira que había improvisado. […] Claro que a los responsables la idea no se les había cruzado por la cabeza. […]

Cuando esa tarde las pantallas de todos los televisores se llenaron con la espantosa noticia de la muerte de Jonathan, asesinado por sus secuestradores, la decisión, ya tomada, de correr la carrera más peligrosa que hubiera concebido nunca la imaginación, tomó sentido, se hizo inevitable. (15-16)

En el ejemplo se percibe el sinsentido del razonamiento pero, porque el personaje lo ha verbalizado y por la necesidad de seguir adelante con la narración, el sinsentido “toma sentido”. Es probablemente debido – o gracias – a las licencias que se permiten los actores del universo narrativo (tanto el narrador omnisciente como los personajes) que se hace necesaria la presencia de una entidad narrativa aún más soberana que viene a completar, corregir y explicitar, por medio de paréntesis, las declaraciones del narrador titulado:

Cuando ya no estuvieran (porque nadie es eterno) se los contaría como una leyenda. (23)

Al acordarse de algo había que anotarlo de inmediato, con redacción clara y sin omitir ningún rasgo del recuerdo (sin agregar nada tampoco). (28)

Aldo tocó el timbre (el enano no alcanzaba), y cuando una monjita salió a abrirle la durmió con el truco al que le debía su apodo (Cloroformo), mientras Nardo se introducía por debajo del hábito y corría hacia la entrada de los túneles. (136)

Son muchos los ejemplos que ilustran el fenómeno. La puesta en evidencia de un narrador por encima del narrador omnisciente revela la voluntad del autor de hacerse cargo, en última instancia, de la responsabilidad de la narración, en otras palabras, de hacer visible el hecho de que es él quien, al fin y al cabo, maneja los hilos, decide de todo.  

Se puede añadir una tercera justificación al hecho de que las ideas mencionadas en el libro son las de Aira: los principios enunciados en la novela la trascienden de lejos en la medida en que son los denominadores comunes que fundamentan la totalidad de la obra novelística del escritor argentino: sirven de base imaginativa a sus creaciones literarias y, como si quisiera rendirles el homenaje que merecen, los menciona en cada novela que escribe. Esta idea de fuente de inspiración común al conjunto de las ficciones escritas por Aira  no sólo proviene de la observación atenta del aficionado de la literatura airiana, sino que fue enunciada explícitamente por el propio autor en un ensayo titulado Alejandra Pizarnik:

[Todo escritor se hace] un repertorio de temas y palabras (que son en buena medida lo mismo), y […] éstos [vuelven] una y otra vez, en distintas configuraciones. La combinatoria no se opone al anhelo de novedad, de invención, sino que es la regla que lo mueve. (42)   

La gran importancia conferida a la factura del libro, en detrimento de la historia misma, no contradice la afirmación según la cual la obra es una novela pero es sintomática de la voluntad del escritor por hacer de esta novela un escrito complejo, que cuenta una historia a la vez que reflexiona sobre su condición de ficción escrita, al dejar visibles los procedimientos de elaboración de la trama – así, al final del libro, el lector puede legítimamente hacerse la pregunta siguiente: ¿Es una novela que se construye sobre la marcha o que fue ideada minuciosamente desde antes de la redacción? Es sintomática  también de la ambición y el empeño de Aira por incluir Las noches de Flores en su sistema novelístico, sistema que trasciende sus ficciones – dándoles sentido y legitimidad  –, sistema que, de manera complementaria, está descrito explícitamente por cada una de estas ficciones que, por lo tanto, justifican toda empresa novelística ya cumplida y por cumplir. Dados estos supuestos, el lector podría intuir que la obra, que es una novela y su propia justificación (así como la de toda la producción y práctica novelísticas del autor), es a la vez novela y reflexión literaria. Esto es lo que nos gusta particularmente en los relatos airianos: nos transportan en una historia abracadabrante mientras despiertan nuestro interés hacia unas reflexiones agudas y originales sobre una manera de percibir, traducir y luego, transcribir por medio de la novela, el mundo que nos rodea y, más particularmente, la realidad argentina.

A modo de conclusión

Si Las noches de Flores tiene un funcionamiento parecido al de las demás ficciones airianas, recibe todo nuestro favor y cariño por hacernos descubrir una historia excepcional y cautivadora que esconde también algunas perlas de “nonsense”. Para terminar de lo lindo:

-          Yo no sé cómo insisten en pedir una prueba de vida. ¿Y si les mandan un dedo, o una oreja? ¡Pobre ángel!

ROSA: Se queda sin dedo o sin oreja por el resto de sus días, porque no le va a volver a crecer, eso es seguro.

ALDO: A un dedo cortado, ¿le sigue creciendo la uña? (39)

Ahora, sólo queda por dejarse llevar por las “leyes” del universo airiano.

Céline Mees
Janvier 2013

crayongris2

Céline Mees est étudiante en 2e Master langues et littératures françaises et romanes.


 


 

Références:
César Aira, Las noches de Flores, Debolsillo, 2004.
Traduit en français:
César Aira, Les nuits de Flores, Christian Bourgois, 2005.

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