La constelación española del universo Parrondo. Una entrevista La paradoja de Parrondo, que toma su nombre de un matemático español, postula que un mal jugador tienes más probabilidades de ganar jugando alternativamente a dos juegos diferentes. Otro Parrondo demuestra otra paradoja: que es posible sobresalir en juegos diferentes siendo al mismo tiempo alguien improbable. Dibujante, escritor y músico, José Parrondo es uno de los artistas más conocidos de Lieja. Precisamente acaba de publicarse el volumen Petites mythologies liégeoises para el que Parrondo ha dibujado a la acuarela una preciosa cubierta. Ahora bien, Parrondo, creador mitológico de Lieja, tiene un nombre curioso, que remite a otra geografía, a la de la península ibérica. De hecho, José Parrondo es también un cantaor bien conocido para los aficionados al flamenco; pero ése es otro Parrondo, el tercero, y no tiene nada que ver con los dos anteriores. O al menos eso creo. Quería hablar con nuestro Parrondo, el de Lieja, de esa geografía española de la que nos habla su nombre, y fui a buscarlo a la clausura de la exposición que le dedicó este invierno el centro cultural Les Chiroux, y que se titulaba «Éc rire & des siner».Lo hallo dedicando ejemplares, rodeado de niños y adultos (que, por cierto, no es fácil distinguir, porque Parrondo escribe libros de niños para adultos y libros de adultos para niños). Firma meticulosamente la portadilla y añade dibujitos coloreados a lápiz. Luego viene una charla moderada por Erwin Dejasse, durante la cual Parrondo menciona, con su tono sosegado, la obra de varios artistas españoles, como Javier Mariscal —el creador de la mascota de los Juegos Olímpicos de 1992— o Calpurnio, el padre de Cuttlas, un héroe de historieta que todo español conoce. Esto empieza bien. P. Quizá resulte algo indiscreto, pero querría saber algo de la historia familiar que esconde ese nombre, «Parrondo». R. Mi madre es española y mi padre belga, así que «Parrondo», para empezar, es el nombre de mi madre. Mi padre tiene un nombre flamenco muy largo que no resultaba apropiado para un artista, por lo que escogí un nombre más fácil de recordar. No quería usar ningún pseudónimo, así que me quedé con «Parrondo». P. Pero naciste en Lieja, ¿no? R. Nací en Lieja pero mi familia española procede originalmente de Asturias. Mi abuelo materno llegó a Madrid hacia 1925. Allí nació mi madre, que es una auténtica madrileña. Tengo unas tías bastante mayores que regresaron a vivir a Asturias, pero a quienes mejor conozco es a los que viven en Madrid. P. ¿Y por qué vino tu madre a Bélgica? R. Muy sencillo: para casarse con un belga al que había conocido de vacaciones, en la playa. P. De modo que has nacido en Bélgica pero, si entiendo bien, has realizado estancias más o menos largas en España. R. Así es. La estancia principal fue cuando yo tenía entre 6 y 8 años: viví dos años en Madrid, en casa de mi abuela. Allí es donde aprendí a leer y a escribir en español. Más tarde conocería a otros hijos de emigrados que no han tenido ese tipo de experiencia, una experiencia que hizo que en mí algo arraigara con fuerza. Hoy leo a Vázquez Montalbán o a Javier Cercas en español sin ningún problema. P. Eso es algo muy interesante, cómo la lectura y la escritura formalizan la lengua y sientan las bases de una competencia mucho más sólida que la que da la simple práctica oral. R. Estoy muy contento de haber vivido eso. Mi hermano y yo íbamos todos los años de vacaciones a la casa que mi abuela tenía en España. No pensábamos más que en quedarnos allí, y siempre decíamos: «de mayores, nos iremos a Madrid». Pero luego, cuando pasa el tiempo, las cosas cambian... Tengo muchos primos que se instalaron cerca de la casa de mis abuelos: primero estaba su casa, luego la casa de un tío, luego la de mi madrina... Todas en el mismo barrio de Madrid, cerca de la M-30, por donde el Ramón y Cajal. En aquella época aquello era la periferia, había muchos solares y algún hotelito. P. Y tu madre ¿os hablaba siempre en español? R. Sí, ¡y cuando la veo todavía hablo muy bien español! Pero si salgo de ese círculo ya no me siento tan cómodo. Mi madre hablaba alguna vez en francés para regañarme. Si usaba el francés, es que la cosa era seria... Si no, siempre hablamos en español, igual que con mis primos. Pero es una forma especial de bilingüismo, como esos italianos que uno ve en la calle y que hablan al jefe en francés y de repente, ¡zas!, se ponen a hablar en italiano entre ellos. Esto en España no lo puedo hacer, claro, pero con mi madre lo hacíamos todo el tiempo. En nuestra casa, por ejemplo, nunca hemos dicho «buzón», sino «boîte aux lettres»: «vete a buscar la carta en la boîte aux lettres, a ver lo que hay». Volviendo a mis tíos, querría añadir algo importante. Uno de ellos, que se llama Gil Parrondo, es decorador de cine. Tiene casi 95 años y aún no ha dejado de trabajar. Es bastante conocido, a principios de los setenta ganó dos premios Óscar con producciones norteamericanas. Me parece importante mencionarlo porque en mi familia, como había un artista que gozaba de reconocimiento, nunca se vio mal la cosa artística. Todos sabíamos que el tío Gil había trabajado con un montón de gente famosa. Toda una rama de la familia trabaja en el cine: dos de mis tíos era técnicos de cine, también sus hijos han trabajado en ese sector, y ahora algunos de sus nietos... Las pocas veces que mi tío Gil venía a Lieja echaba una ojeada a lo que yo hacía en aquel momento. Decía «cada uno hace lo suyo, que siga así», y eso me motivaba. Me daba cuenta de que lo que yo hacía no era «lo suyo», pero él sabía que, para alguien que quiere trabajar en una disciplina artística, era importante sentirse aceptado. P. España es, por lo tanto, un país que conoces bien, en el que has vivido durante varias temporadas y en el que conservas familia y amigos. Algunos de tus libros han sido traducidos al español, y otros los has publicado directamente allí, en la editorial valenciana Media Vaca. R. Unos amigos míos hacían fanzines y tenían un contacto en Valencia. Fui con ellos y allí conocí a Vicente y Begoña, los editores de Media Vaca. Hice dos o tres cuadernillos con ellos, antes de que pasaran a la fórmula del volumen en cartoné. Ellos me descubrieron muchas cosas, como a Ramón Gómez de la Serna, que habían editado con ilustraciones de un artista valenciano, César Fernández Arias.
P. ¿Dirías que tus estancias en España te han dado una idea de lo que allí se hacía en términos de creación y de ilustración? Hace un rato, en el coloquio, mencionabas a Calpurnio y a Mariscal, sin ir más lejos. R. Sí, pero no, todo eso lo aprendí en Bélgica. A Mariscal lo conocí a través de Phil Durant. Conocía la obra de Calpurnio, claro, porque compraba El País, pero en general si conozco a esos dibujantes no es gracias a mi familia española. Lo que he tenido con mi familia han sido más bien conexiones musicales. Con algunos de mis primos formé grupos de música y tocábamos juntos. P. Ah, claro, y luego sacaste ese disco tan divertido, con dos canciones en español. «José, ¿adónde vas cuando te hablo?», se dice en una de ellas. R. Sí, y sin embargo es la cantante, una chica de Lieja, la que decidió cantar en español. Quizá porque conocía mi obra y lo vio como una forma de entrar en mi universo.
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La constellation espagnole de l’univers Parrondo. Un entretien Le paradoxe de Parrondo, qui tire son nom d’un mathématicien espagnol, postule qu’un mauvais joueur a une plus grande probabilité de gagner en jouant alternativement à deux jeux différents. Un autre Parrondo démontre un autre paradoxe : il est possible d’exceller à des jeux différents tout en étant soi-même improbable. Dessinateur, écrivain, musicien, José Parrondo est un des artistes liégeois les plus connus. Vient d’ailleurs de paraître le volume Petites mythologies liégeoises, pour lequel Parrondo a réalisé une délicieuse couverture à l’aquarelle. Parrondo, créateur mythologique liégeois, porte pourtant un drôle de nom, qui renvoie à un ailleurs, celui de la péninsule ibérique. En fait, José Parrondo est aussi un chanteur de flamenco connu des initiés ; mais il s’agit là d’un autre Parrondo – le troisième – qui n’a rien à voir avec les précédents. Enfin, je crois. J’avais envie de parler avec notre Parrondo, le Liégeois, de cette géographie espagnole à laquelle renvoie son nom, et je l’ai cherché lors de la clôture de l’exposition « Éc rire & des siner », qui lui a été consacrée cet hiver au centre culturel des Chiroux. Je le trouve en train de dédicacer des exemplaires, entouré d’enfants et d’adultes (que l’on a du mal à distinguer, soit dit en passant, car Parrondo écrit des livres d’enfants pour les adultes et des livres d’adultes pour les enfants). Il signe consciencieusement sur la page de titre et y fait de petits dessins coloriés au crayon. S’ensuit un rencontre avec ses lecteurs conduite par mon collègue Erwin Dejasse, et au cours de laquelle Parrondo évoque déjà, de son ton posé, l’œuvre de plusieurs artistes espagnols, tels que Javier Mariscal – le créateur de la mascotte des Jeux Olympiques de 1992 – ou Calpurnio, l’auteur des BD de Cuttlas, que chaque Espagnol connait. Cela se présente bien. Q. C’est peut-être un peu indiscret, mais je voudrais connaitre l’histoire familiale que cache ce nom, « Parrondo ». R. Ma mère est espagnole et mon père est belge, donc déjà « Parrondo » est le nom de ma mère. Mon père a un nom flamand très long ; ça ne pouvait pas convenir pour un nom d’artiste, et par conséquent j’ai pris un nom qui était un peu plus facile à retenir. Je ne voulais pas prendre un pseudonyme et j’ai pris « Parrondo ». Q. Mais vous êtes bien né à Liège... R. Je suis né à Liège mais ma famille espagnole vient des Asturies. Mon grand-père maternel s’est installé à Madrid vers 1925. Ma mère est née à Madrid, elle est vraiment madrilène. J’ai encore des tantes assez âgées qui sont parties vivre aux Asturies, mais je connais plus ceux qui vivent à Madrid. Q. Comment votre mère est-elle arrivée en Belgique ? R. C’est tout simple : pour se marier avec un Belge qu’elle avait connu pendant les vacances, à la plage. Q. Vous avec donc grandi en Belgique, mais vous avez fait plusieurs séjours en Espagne, n’est-ce pas ? R. Oui. Le séjour principal a eu lieu quand j’avais entre 6 et 8 ans : j’ai vécu deux ans à Madrid, dans la maison de ma grand-mère. C’est là que j’ai appris à lire et à écrire en espagnol. Je connaîtrais par la suite d’autres fils issus de l’émigration qui n’ont pas fait cette expérience, une expérience qui m’a permis d’avoir quelque chose de fortement enraciné. Aujourd’hui, je lis Vázquez Montalbán ou Javier Cercas en espagnol parfaitement... Q. Ça c’est très intéressant. En effet, la lecture et l’écriture formalisent la langue et jettent les bases d’une compétence plus solide. R. Je suis très content d’avoir vécu ça. Mon frère et moi, nous sommes partis en vacances tous les ans chez ma grand-mère en Espagne. Nous ne voulions que rester là-bas. Nous disions toujours « quand nous serons grands, nous irons à Madrid ». Mais avec les années, la réalité est devenue différente... J’ai beaucoup de cousins, et ils se sont tous installés dans les alentours de la maison de mes grand-parents. Il y avait la maison de ma grand-mère, puis celle d’un oncle, puis celle de ma marraine... C’était dans le même quartier de Madrid, près de l’autoroute M-30, non loin de l’hôpital Ramón y Cajal. À l’époque, c’était la périphérie de Madrid, il y avait des terrains vagues avec quelques petites villas, des hotelitos.
Q. Votre mère vous a toujours parlé en espagnol ? R. Oui, quand je suis avec elle, je parle toujours très bien espagnol. Or, quand je sors de ce cercle, je ne me sens pas aussi à l’aise. Ma mère utilisait parfois le français, pour me gronder : si c’était en français, c’était grave ! Mais sinon, elle m’a toujours parlé en espagnol ; avec mes cousins aussi, j’ai toujours parlé en espagnol. Mais c’est une autre forme de bilinguisme, comme ces Italiens que vous voyez dans la rue, qui parlent à leur patron en français et puis, paf !, ils repartent en italien. En Espagne je ne peux pas le faire, logiquement, mais avec ma mère on le faisait tout le temps. Dans notre famille, par exemple, on n’a jamais dit « buzón », on a toujours dit « boîte aux lettres » : « vete a buscar la carta en la boîte aux lettres, a ver lo que hay ». Et puis je voudrais ajouter un truc important, en revenant à mes oncles. L’un d’eux, qui s’appelle Gil Parrondo, est un décorateur de cinéma. Il a presque 95 ans et il n’a pas encore arrêté de travailler. Il est assez connu, il a reçu deux Oscars pour des productions américaines au début des années septante. C’est important de le mentionner parce que dans ma famille, comme il y avait un artiste qui était reconnu, on n’a jamais vu le côté artiste d’un mauvais œil. Tout le monde sait que le tío Gil a travaillé avec des tas de gens connus. Toute une branche de la famille travaille dans le cinéma. J’ai deux autres oncles qui étaient techniciens dans le cinéma, leurs enfants ont travaillé dans le cinéma, certains de leurs petits-enfants aussi... Le peu de fois que mon oncle Gil venait à Liège il a vu ce que j’étais en train de faire à l’époque. Il disait « cada uno hace lo suyo, que siga así », « il faut qu’il continue ». C’était encourageant. Je voyais bien que ce n’était pas son truc, mais il comprenait que c’est important pour quelqu’un qui veut travailler dans une discipline artistique d’avoir une acceptation. Q. L’Espagne est donc un pays que vous connaissez bien, où vous avez vécu pendant plusieurs périodes et dans lequel vous avez toujours des parents et des amis. Certains de vos livres y sont diffusés en traduction, mais vous avez aussi publié directement plusieurs cahiers chez Media Vaca, une petite maison d’édition de Valence... R. J’avais des amis qui faisaient des fanzines et qui avaient une connexion à Valence ; je suis allé les suivre et c’est là que j’ai rencontré Vicente et Begoña, les éditeurs de Media Vaca. J’ai fait deux ou trois petits cahiers avec eux avant qu’ils ne passent à la formule du volume cartonné. Ils m’ont fait connaître beaucoup de choses, comme Ramón Gómez de la Serna, qu’ils avaient édité avec des illustrations d’un artiste valencien, César Fernández Arias. Q. Diriez-vous que vos séjours espagnols vous ont donné une perspective sur ce que l’on faisait en Espagne en termes de création, d’illustration, etc. ? Dans la rencontre de tout à l’heure vous avez mentionné Calpurnio, Mariscal... R. Non, non, tout cela je l’ai appris en Belgique. Mariscal je l’ai connu par le biais de Phil Durant. Bien sûr je connaissais l’œuvre de Calpurnio parce que j’achetais El País, mais en général ce n’est pas grâce à ma famille espagnole que j’ai connu ces dessinateurs. Avec ma famille j’ai eu plutôt des connexions musicales. J’avais des groupes avec certains de mes cousins, on faisait de la musique ensemble. Q. Ah oui, et puis vous avez fait un disque charmant avec deux chansons en espagnol. « José, ¿adónde vas cuándo te hablo? », entendons-nous chanter dans l’une d’elles. R. C’est comique, mais c’est la chanteuse – une Liégeoise – qui a choisi de chanter en espagnol. Peut-être parce que, en connaissant mon travail, elle a voulu entrer dans mon univers.
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Propos recueillis par Álvaro Ceballos Viro
Álvaro Ceballos Viro enseigne la langue et la littérature espagnoles à l'Université de Liège. Ses principales recherches portent sur l'histoire de l'édition et la littérature populaire espagnole entre 1850 et 1970.