El flamenco en Charleroi: una forma de continuidad cultural

emigrantes60Los andaluces procedentes de las olas migratorias españolas de las décadas de los sesenta y setenta no sólo dejaron sus huellas en el paisaje sociocultural actual de Charleroi, sino que también siguieron manteniendo entre sí elementos culturales propios de sus tierras. Ya sea en la esfera pública, a través de asociaciones culturales o simplemente en los hogares familiares, ciertos andaluces lograron mantener un pie en la tradición cultural andaluza. El flamenco y su cante son ejemplos convincentes de esta voluntad de conservar sus propios productos culturales en el país de acogida.

Durante la segunda mitad del siglo 20, la ciudad de Charleroi fue, por la presencia de muchas industrias mineras, siderúrgicas y vidrieras, el escenario de una llegada masiva de mano de obra extranjera. Después de la Segunda Guerra mundial, para incentivar la economía belga, Achille Van Acker, Primer Ministro de la época, presentó su plan de recuperación económica llamado “la bataille du charbon”, que atrajo a numerosos obreros extranjeros. La llegada de españoles a Bélgica, en especial al llamado Pays Noir, se amplificó después de la firma del acuerdo bilateral entre los dos países, el 28 de noviembre de 1956, y de su ratificación en 1958. En la década de los sesenta, si nos basamos en el censo de 1970, los españoles eran por lo menos 3395 en Charleroi. Entre ellos notaremos la presencia de andaluces que acudieron a Charleroi mayoritariamente por razones económicas. A partir de su llegada, empezaron a reunirse alrededor de espacios privados o públicos poniendo de relieve distintos aspectos de la cultura andaluza, y especialmente el flamenco.    

Tras su llegada a Charleroi, la primera generación de emigrantes no dejó la tradición andaluza del cante flamenco. En los espacios privados, durante reuniones familiares, o en los bares españoles, siempre existían pretextos para cantar las distintas variedades del cante flamenco (en la jerga flamenca, los diferentes “palos”). Gran parte de los cantes flamencos cantados por los emigrantes en Charleroi eran cantes tradicionales que habían atravesado varias generaciones de andaluces de manera oral y habían sido importados con la emigración. Se añadirá que los hombres y las mujeres se diferenciaban en la práctica del cante flamenco. Así, las mujeres solían ilustrarse en el cante de nanas, canciones de cuna flamencas y canciones religiosas como los villancicos navideños y las saetas, pero también en cantes festivos como bulerías o tangos de carnaval. Además, mientras las mujeres cantaban más bien en los espacios íntimos de la casa, los hombres tenían por costumbre cantar en bares españoles. Algunos de ellos nos atestiguaron aquellas tertulias, en las que se cantaban más comúnmente fandangos.

fiesta andaluza 1994A pesar de que hombres y mujeres prefirieran palos distintos, a ambos les gustaba también cantar canciones más contemporáneas llamadas “canciones aflamencadas”. Estas canciones provenían de un repertorio bastante contemporáneo que no había atravesado, como los cantes tradicionales, varias generaciones de andaluces, puesto que procedían de medios de comunicación modernos como la televisión y la radio. Estos cantes, productos contemporáneos de la industria del disco español, eran conocidos por haber sido escuchados en el Hogar español, lugar de encuentro de los emigrantes españoles en Charleroi. Aquellos lugares de reunión de españoles fueron también muy importantes en la difusión de la cultura flamenca. Así, desde estos lugares de reunión, en Charleroi, empezaron a aparecer distintas asociaciones culturales y folclóricas que ponían de relieve una especificidad de la cultura andaluza: el flamenco y sus tres realizaciones, que son el cante, el baile y el toque. Hoy en día, aquellas asociaciones siguen estando muy presentes en el paisaje cultural de Charleroi, y no sólo atraen a las generaciones siguientes, sino también a numerosos belgas cada vez más curiosos de descubrir el patrimonio cultural andaluz.

Ahora, con una edad bastante avanzada, aquellos representantes de la primera generación de emigración andaluza siguen recordando sus cantes flamencos, pero en el entorno confinado de sus casas. Algunos lograron pasar la antorcha a las generaciones siguientes, hijos o nietos, que siguen perpetuando, a su modo, una versión modernizada de la cultura de sus tierras ancestrales gracias al flamenco.

Presentamos bajo estas líneas, a título de ejemplo, varios cantes recogidos en Charleroi entre el mes de agosto de 2014 y el mes de enero de 2015. Los dos primeros son fandangos anónimos. El fandango es un palo flamenco muy difundido en la emigración, y se caracteriza métricamente por una estrofa de cuatro o cinco versos con rimas cruzadas. El tercer cante es una malagueña, variedad del fandango que encontramos en Málaga y en su provincia. El cante que sigue es un tanguillo de carnaval, cante del folclore carnavalesco de la ciudad de Cádiz. Finalmente, los dos últimos cantes que hemos elegido son fragmentos de canciones populares que fueron escuchadas por los emigrantes a través de medios modernos, como la televisión o la radio. El primero es una estrofa modificada por la informante de la canción popular El Poropompero de Manolo Escobar. El segundo es un fragmento de la copla El emigrante de Juanito Valderrama, canción muy popular en la década de los sesenta, y que ha sido aflamencada por nuestro informante.

 
  
 

 

Cecilia Raziano
Mai 2016

crayongris2Cecilia Raziano est diplômée en Langues et littératures romanes de l'ULg. Elle termine un certificat en études du Patrimoine immatériel