Cortázar y la revolución cubana

policriticaComo otros muchos intelectuales de su época, Julio Cortázar se interesaba sobremanera por la revolución cubana. Durante una de sus visitas a la isla en abril de 1963, se mostró sorprendido y entusiasmado por los cambios que vio en ella y lleno de alegría escribió entonces a su amigo Paul Blackburn cuán triste estaba por tener que volver a Europa.  Su entusiasmo por la revolución destaca en varias cartas así como en el cuento dedicado por entero a la llegada de los revolucionarios a la isla en diciembre de 1956 y titulado “Reunión”.

El terremoto intelectual provocado por el famoso “caso Padilla” en 1971 hizo vacilar sus certezas y su fe en la revolución.  Por esta razón, firmó la primera carta de protesta contra la actitud “estalinista” del gobierno castrista pero se negó a firmar un segundo texto, mucho más duro, propuesto por Mario Vargas Llosa.  De hecho, Cortázar se encontró en una situación ambigua, entre rechazo y apoyo a la política cubana.  Pero terminó por aclarar su posición en un manifiesto titulado “Policrítica en la hora de los chacales” donde reafirmó su apoyo claro a la causa revolucionaria y pareció haberse olvidado del todo de sus quejas anteriores.

Libro de ManuelA pesar de su visible apoyo a favor de la revolución, este texto contiene algunos elementos que pueden ser leídos como una crítica enmascarada del régimen castrista.  En efecto empieza por una referencia genérica a “chacales” que “se tiran contra el verbo” sin que el referente de la metáfora esté muy claro.  Es sólo después de una decena de líneas de ambigüedad sobre el objeto de la crítica que el verdadero adversario, el capitalista nefando, se desvela y que Julio Cortázar proclama su adhesión sin falla a los ideales revolucionarios.

El texto, mayoritariamente a favor de la política de Cuba aclara la posición de Julio Cortázar y lo sitúa como un  ferviente admirador de la revolución, al contrario de muchos autores contemporáneos que se apartaron de la isla después del giro autoritario de su gobierno.  En efecto, afirmó claramente su idea de una literatura como arte revolucionario en “Literatura en la revolución y revolución en la literatura: algunos malentendidos a liquidar”:

Pocos dudarán de mi convicción de que Fidel Castro o Che Guevara han dado las pautas de nuestro auténtico destino latinoamericano; pero de ninguna manera estoy dispuesto a admitir que los Poemas humanos o Cien años de soledad sean respuestas inferiores, en el plano cultural, a esas respuestas políticas. (Dicho sea de paso: ¿qué pensaría de esto Fidel Castro?  No creo engañarme si doy por seguro que estaría de acuerdo, como lo hubiera estado el Che).

A pesar de compromiso político y literario y contrariamente a lo que los hermanos Castro deseaban, Cortázar nunca aceptó desempeñar un papel de revolucionario con las armas en las manos, sino que siempre quiso hacer la revolución al escribir literatura.

Ahora bien, la novela Libro de Manuel (1973) parece marcar un cambio claro en la obra del autor argentino que estaba alejada de todo tema político (con la excepción de “Reunión”).  ¿Pero significa esto que el libro trata de Cuba?  De hecho, no se pueden encontrar referencias concretas a Cuba en él, con la excepción de un artículo de prensa que relata una conferencia que dio Fidel Castro.  Esta ausencia casi total de referencias a una revolución frecuentemente considerada como “la madre de todas las revoluciones” quizás se pueda explicar por la voluntad de Julio Cortázar de ser revolucionario con su propia obra, con su estilo y no tanto con el contenido que entonces “esclavizaría la literatura”.

 

David Lumaye
Novembre 2014

 

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David Lumaye est étudiant en Langues et Littératures française et romanes