Julio Cortázar y el Conde de Lautréamont

En Palimpsestes, Gérard Genette define la intertextualidad como una relación de copresencia entre dos o varios textos, es decir la presencia efectiva de un texto en otro. Varios investigadores, como Leyla Perrone-Moisès y Emir Rodríguez Monegal, han percibido ese tipo de relación literaria entre el escritor francés Isidore Ducasse (1846 – 1870), más conocido bajo el seudónimo de Comte de Lautréamont y el argentino Julio Cortázar.

Isidore Ducasse y Cortázar son como imágenes invertidas uno del otro: Ducasse nació en América Latina de padres franceses, Cortázar nació en Bélgica de padres argentinos. Ducasse recibió una educación francesa y se ha hecho un escritor francés. Cortázar recibió una educación argentina y se ha hecho un escritor argentino. Emir Rodríguez Monegal opina que, para Ducasse que escribe en francés para un público francés, París es siempre aquí, y la región rioplatense en que nació es siempre allí; para Cortázar, que escribe en español y para un público hispánico, Buenos Aires es aquí y las orillas del Sena son allí. Señalemos también que el propio Cortázar dijo que “ley[ó] Lautréamont con apasionamiento. [L]e fascinó y […] es probable que Lautréamont esté muy presente en muchas de [sus] cosas”.

fuegosUn ejemplo de esta presencia es “El otro cielo”, un cuento incluido en la colección Todos los fuegos el fuego (1966) que relata la historia de un hombre de Buenos Aires que vive a finales de los años 1940 en la casa de su madre, que tiene una novia y que trabaja en la bolsa. Deambulando por el Pasaje Güemes, atraviesa el océano y el tiempo y empieza una nueva vida en el París del fin del Segundo Imperio, frecuentando pasajes parisinos y sobre todo la Galerie Vivienne con su novia prostituta llamada Josiane. En el clima de miedo provocado por la amenaza prusiana y Laurent el estrangulador de prostitutas, los protagonistas se cruzan con un hombre que se presenta como sudamericano y que se puede ver como el alter ego del Conde de Lautréamont.

En primer lugar, ese personaje se presenta como un sudamericano aunque no tenga ningún acento. Recordemos que Isidore Ducasse nació en Uruguay de padres franceses. Vivió en París y frecuentó el barrio de la Bolsa y la Galerie Vivienne, exactamente como hace el personaje en “El otro cielo”. Ducasse y el sudamericano son solitarios que mueren muy jóvenes, en un hotel, antes de la victoria de los prusianos. En segundo lugar, las dos partes que componen el cuento están precedidas por un epígrafe anónimo. En realidad, proceden de los Chants de Maldoror. Nos encontramos ante un ejemplo de “intertextualidad por citación” (Genette): Cortázar cita pasajes de los Chants, dando las referencias pero sin nombrar a Lautréamont. Encontramos también la intertextualidad por alusión que Genette define como la forma de “un enunciado cuya plena comprensión supone la percepción de una relación entre él y otro texto.”  El primer epígrafe procede del cuarto canto: “Ces yeux ne t’appartiennent pas… où les as-tu pris? ”. Una idea inquietante en cuanto a los ojos se encuentra en “El otro cielo” donde el personaje de Josiane dice: “No me gustan sus ojos […]. Y además que no te mira, la verdad es que te clava los ojos pero que no te mira.” El segundo procede del sexto canto: “Où sont-ils passés, les becs de gaz? Que sont-elles devenues, les vendeuses d’amour ?”. En el cuento, se encuentran las propias palabras “pico de gas” y “vendeuses d’amour” recuerda a las prostitutas. En el sexto canto de los Chants de Maldoror, se trata de la “rue Vivienne” y de “l’horloge de la Bourse”, es decir que se trata del mismo barrio que en el cuento. Además, Cortázar crea un clima inquietante, por el miedo que tienen las prostitutas por culpa de Laurent, que mata a mujeres en calles oscuras. Ese clima hace pensar en el de Lautréamont que relata la historia de un chico que el monstruo Maldoror está siguiendo en las calles, por la noche. Se puede también mencionar que Lautréamont usa las palabras “jeune” y “beau” para describir a Mervyn, tal y como Cortázar dice que el sudamericano es “casi un adolescente” que tiene “los rasgos muy hermosos”. En tercer lugar, Emir Rodríguez Monegal ha llamado la atención sobre los juegos onomatopéyicos que existen entre los nombres de “Lautréamont” y “Laurent” que comparten las mismas letras, y en la misma secuencia: “Laurent  es una reducción de Lautréamont -una parte de éste”. Por último, en el cuarto canto Maldoror se enfrenta a un fantasma que visita su habitación. Maldoror lo apostrofa, reconoce en él a un símbolo del mal y admite ser su discípulo hasta que finalmente termina por descubrir el secreto del fantasma:

 Ce qui me reste à faire, c'est de briser cette glace, en éclats, à l'aide d'une pierre... Ce n’est pas la première fois que le cauchemar de la perte momentanée de la mémoire établit sa demeure dans mon imagination, quand, par les inflexibles lois de l'optique, il m'arrive d'être placé devant la méconnaissance de ma propre image!

 De hecho, el primer epígrafe en el cuento de Cortázar alude explícitamente al tema del doble: el fantasma que hechiza a Maldoror es una reflexión especular de sí mismo, de la misma manera que el "yo" parisino es un reflejo (en el espejo del otro cielo) del “yo” de Buenos Aires.

 

Juliette Rousseau
Novembre 2014

 

crayongris2Juliette Rousseau est étudiante en Langues et Littératures française et romanes

 


 

 

El otro cielo : http://www.youtube.com/watch?v=RCirb6tqxTc