Julio Cortázar, traductor

poedefoeBien es sabido que varios autores literarios, antes de consagrarse como tales, trabajaron como traductores. Basta con citar a Charles Baudelaire, Jorge Luis Borges u Octavio Paz, amigo de Julio Cortázar. Éste también fue un notable traductor y su trabajo de traducción fue importante tanto en su vida laboral como en su obra de ficción.

Cortázar empieza a traducir hacia el año 1938 en Argentina: en aquellos tiempos traduce pequeños textos para revistas nacionales. Desde 1938 hasta 1945, traduce textos no literarios y en 1945, realiza su primera traducción literaria al castellano con Robinson Crusoe de Daniel Defoe. Enrique de Hériz, escritor español nacido en Barcelona en el año 1964, al reflexionar sobre esta traducción, llegó a la conclusión de que no es “correcta”: faltan partes tal vez debido a que en el siglo XVIII circulaban versiones piratas del propio libro que hubieran podido ser el punto de partida de la traducción de Julio Cortázar. Por lo tanto, de Hériz critica la traducción cortazariana alegando que un traductor debe asegurarse de que tiene la mejor edición posible para traducir la obra en cuestión.

En septiembre de 1953, Julio Cortázar se instala junto con su mujer Aurora Bernárdez, también traductora, en Italia donde se quedarán hasta la primavera de 1954. Allí traduce las obras completas en prosa de Edgar Allan Poe, escritor que lo influenció desde su infancia. Existe al menos un comentario acerca de esta traducción, comentario también marcadamente negativo: según Marco A. Contreras, Cortázar se dejó influir por sus conocimientos como escritor a la hora de realizar la traducción, lo que considera como una falta de profesionalidad. Señala por ejemplo que Cortázar puso unas “garras” a una serpiente en vez de hablar de “colmillos”, entre otras faltas.

yourcenarLuego, en 1955 se publica la traducción por Cortázar de Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar. Contrariamente a las anteriores, esta traducción ha sido elogiada, al menos por Christelle García Moya: Cortázar corrigió el texto, lo modificó cuando era necesario y consiguió mantener el tono clásico de la obra original, así como su musicalidad.

Pero el tema de Cortázar y la traducción también fue abordado desde otras perspectivas ya que varios críticos encontraron metáforas de la traducción en la obra de ficción del escritor argentino.  Un ejemplo sería “Carta a una señorita en París”, incluido en Bestiario (1951). El cuento trata de un traductor que se va a vivir al piso de una amiga en Buenos Aires durante tres o cuatro meses: su amiga se ha ido a París dejando de este modo su piso libre de manera que el narrador lo puede ocupar temporalmente. Éste le escribe una carta preocupado porque vomita conejos que pueden dañar el piso de su anfitriona.  Según Lilian D. Civil y Ángela Liliana Navas Forero, el cuento puede leerse como una metáfora de la acción de traducir: el inquilino que es traductor entra en el espacio de la señorita decidido a no desordenar ese lugar.  Esto hace pensar en un traductor que se introduce en la obra ajena sin querer deshacer la armonía y el orden del original. Los conejos que vomita representarían la creatividad, la fertilidad y el desorden. Ahora bien, el traductor debe fidelidad y orden, y esto crea una tensión que el mismo intenta resolver, disimulando tal como puede su presencia en el texto traducido, esfuerzo que sería representado en el cuento por el cemento que pone el traductor para reparar los elementos estropeados por los conejos. Al final, éstos desaparecen de la obra, tal y como el traductor, disimulando al máximo su presencia en ella.

Lo que precede ilustra que, a pesar de que no existen muchos estudios sobre Julio Cortázar y la traducción, sin duda vale la pena profundizar en la faceta ‘traductológica’ de este consagrado escritor.

 

Adeline Adam
Novembre 2014

crayongris2Adeline Adam est étudiante en Langues et Littératures française et romanes